Hace unas semanas me contaron la historia del
“Anillo del Rey” (leer abajo),
Tras leerla, he podido pensar mucho, y hoy comparto
mi reflexión, tras un año de reinvención, aprendiendo y realizando eventos en
formato virtual, que compaginados con pequeños eventos y actos presenciales.
Arranco la semana optimista, ya que,
coincidiendo “ahora sí” con el comienzo de la vacunación masiva, y una ligera reactivación
de toda la economía en general, el sector de los eventos comienza a rodar. Acogiendo
las primeras ferias y eventos de mayor envergadura de los que hasta ahora hemos
estado realizando. Y con la referencia la prueba-piloto del Concierto de “Love
of Lesbian” celebrado en Barcelona con todas las medidas y protocolos-higiénico
sanitarios que acogió a 5.000personas, demostrando una vez más que LOS EVENTOS
SON SEGUROS.
Los Event Planner comenzamos a programar tanto
eventos corporativos y empresariales presenciales como eventos culturales,
musicales, turísticos y de ocio. También eventos sociales bodas y comuniones,
que tuvieron su pistoletazo de salida el pasado fin de semana.
Y aunque todavía es muy pronto para hablar
de normalidad. Esa la “normalidad” que tanto ansiamos desde luego comenzamos a
ver la luz al final del túnel, y como cuenta nuestra historia “todo pasará”.
Nathalia Antas- CEO Zaragoza Servicios
EL ANILLO DEL REY
Una vez, un rey de un país no muy lejano
reunió a los sabios de su corte y les dijo:
– “He mandado hacer un precioso anillo con un
diamante, con uno de los mejores orfebres de la zona. Quiero guardar, oculto
dentro del anillo, algunas palabras que puedan
ayudarme en los momentos difíciles. Un
mensaje al que yo pueda acudir en momentos de desesperación total. Me
gustaría que ese mensaje ayude en el futuro a mis herederos y a los hijos de
mis herederos. Tiene que ser pequeño, de tal forma que quepa debajo del
diamante de mi anillo”.
Todos aquellos que escucharon los deseos del rey, eran
grandes sabios, eruditos que podían haber escrito grandes tratados… pero ¿pensar
un mensaje que contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo de un
diamante de un anillo? Muy difícil. Igualmente pensaron, y buscaron en
sus libros de filosofía por muchas horas, sin encontrar nada en que ajustara a
los deseos del poderoso rey.
El rey tenía muy próximo a él, un
sirviente muy querido. Este hombre, que había sido también sirviente de su
padre, y había cuidado de él cuando su madre había muerto, era tratado como la
familia y gozaba del respeto de todos.
El rey, por esos motivos, también lo
consultó. Y éste le dijo:
– “No soy un sabio, ni un erudito, ni un
académico, pero conozco el mensaje”
– “¿Como lo sabes preguntó el rey”?
– “Durante mi larga vida en Palacio, me
he encontrado con todo tipo de gente, y en una oportunidad me encontré con un
maestro. Era un invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando nos
dejó, yo lo acompañe hasta la puerta para despedirlo y como gesto de
agradecimiento me dio este mensaje”.
En ese momento el anciano escribió en un diminuto papel el mencionado mensaje. Lo
dobló y se lo entregó al rey.
– “Pero no lo leas”, dijo. “Mantenlo
guardado en el anillo. Ábrelo sólo cuando no
encuentres salida en una situación”.
Ese momento no tardó en llegar, el país
fue invadido y su reino se vio amenazado.
Estaba huyendo a caballo para salvar su
vida, mientras sus enemigos lo perseguían. Estaba solo, y los perseguidores
eran numerosos. En un momento, llegó a un lugar donde el camino se acababa, y
frente a él había un precipicio y un profundo valle.
Caer por él, sería fatal. No podía
volver atrás, porque el enemigo le cerraba el camino. Podía escuchar el trote
de los caballos, las voces, la proximidad del enemigo.
Fue entonces cuando recordó lo del
anillo. Sacó el papel, lo abrió y allí encontró un pequeño mensaje
tremendamente valioso para el momento…
Simplemente decía “Esto También Pasará”.
En ese momento fue consciente que se
cernía sobre él, un gran silencio.
Los enemigos que lo perseguían debían
haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino. Pero lo
cierto es que lo rodeó un inmenso silencio. Ya no se sentía el trotar de los
caballos.
El rey se sintió profundamente
agradecido al sirviente y al maestro desconocido. Esas palabras habían
resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a guardarlo en el anillo, reunió
nuevamente su ejército y reconquistó su reinado.
El día de la victoria, en la ciudad hubo
una gran celebración con música y baile…y el rey se sentía muy orgulloso de sí
mismo.
En ese momento, nuevamente el anciano
estaba a su lado y le dijo:
– “Apreciado rey, ha llegado el momento de que leas nuevamente el mensaje del anillo”
– “¿Qué quieres decir?”, preguntó el
rey. “Ahora estoy viviendo una situación de euforia y alegría, las personas
celebran mi retorno, hemos vencido al enemigo”.
– “Escucha”, dijo el anciano. “Este mensaje no es solamente para situaciones desesperadas,
también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando te sientes
derrotado, también lo es para cuando te sientas victorioso. No es sólo para
cuando eres el último, sino también para cuando eres el primero”.
El rey abrió el anillo y leyó el
mensaje… “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”
Y, nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de
la muchedumbre que celebraba y bailaba. Pero el orgullo, el ego había
desaparecido.
El rey pudo terminar de comprender el
mensaje. Lo malo era tan transitorio como lo bueno.
Entonces el anciano le dijo:
– “Recuerda que todo pasa. Ningún acontecimiento ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche; hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.”